El Dr. Fresquet profundizó sobre la situación del médico rural a principios del siglo XX durante la conferencia magistral
A través de la conferencia magistral de la Fundación del ICOMV impartida por el Dr. José Luis Fresquet, los asistentes tuvieron la oportunidad de profundizar en las condiciones y la praxis diaria del médico rural de inicios de la centuria pasada. Como explicaba el experto: “A principios del siglo XX en el entorno rural los médicos titulares eran contratados por los ayuntamientos y dependían de los alcaldes que eran los “caciques” o personas que actuaban bajo su “protección”. Una situación que suponía que el médico sufriera muchas veces abusos y arbitrariedad. De ahí que una de las demandas más importantes del colectivo fuera pasar a depender directamente del Estado, y no estar al albur de los caciques”.
Sobre este contexto nos ilustró el Dr. José Luis Fresquet, profesor titular de historia de la ciencia de la Universitat de Valencia. Durante la conferencia el especialista presentó el caso del médico valenciano de El Pobo Alfredo Alegre, una historia trágica que puso de manifiesto las dificultades que ofrecía la práctica profesional en las zonas rurales.
Características del ejercicio de la medicina en esta etapa
En 1900 la sociedad española era fundamentalmente rural. De los 18,5 millones de habitantes, 12,6 vivían en un núcleo de población inferior a 10.000 habitantes. Por otra parte, el 71% de la población activa se dedicaba a la agricultura y la pesca.
En 1930 la situación había cambiado sustancialmente: de la cifra de 8,6 millones de activos, solo 4 millones se dedicaban a la agricultura y la pesca. Además, el rendimiento y la productividad por hectárea pasó del 50 al 76%. Los campesinos que abandonaban el campo no emigraron esta vez al continente americano, sino a las grandes ciudades españolas, especialmente Barcelona, Madrid y Bilbao.
En 1891 apareció el Reglamento del médico titular, Cuerpo de Médicos Titulares, y tuvo lugar el I Congreso de Médicos titulares. En el entorno rural los médicos titulares eran contratados por los ayuntamientos y dependían de los alcaldes que eran los “caciques” o personas que actuaban bajo su “protección”. El sueldo que percibían era bajo y en numerosas ocasiones era en especie. Si su relación con el cacique no era buena tenían muchos problemas.
Otra fuente de financiación era la consulta privada, el pago por acto, que también podía ser en especie. En alguna ocasión existieron las llamadas “igualas” que obligaba al médico a tener que atender a muchos vecinos y no siempre la retribución le compensaba. Tenían que recorrer largos caminos a caballo o a pie y a veces en condiciones climáticas severas según el territorio donde ejercieran.
El médico tenía que luchar contra la pobreza, las malas comunicaciones, la falta de educación, el analfabetismo, las enfermedades infecciosas y la falta de higiene. Practicaba una medicina heroica y normalmente “expectante”. Los medios con los que contaba eran más bien escasos y de esta forma tenía que hacer frente a problemas médicos, quirúrgicos, obstétricos y odontológicos que resolvía “como podía”. También tenía que atender a los pobres a través de la Beneficencia municipal y llevar a cabo las estadísticas demográfico-sanitarias.
Además, era el encargado de la prevención y las medidas sanitarias: vigilancia y limpieza de aguas públicas, lavaderos, higiene de lugares, alimentos, cementerios, desinfección de alcantarillas, letrinas, excusados, vertederos, hospederías, hospicios, colegios, etc. y hacer frente a las pandemias. En este sentido, la mayor parte de estos médicos reclamaban medios al gobierno que no solían llegar, la redacción de leyes, la educación sanitaria de la población, etc.
Hubo también una lucha que se arrastraba desde el siglo XIX para que estos médicos dependieran del Estado, tuvieran cierta independencia y fueran pagados por el gobierno.
Las reivindicaciones profesionales y las reformas sanitarias que los médicos solicitaron del poder político a lo largo de la etapa constitucional del reinado de Alfonso XIII, fueron continuación de las del siglo XIX. Una de las demandas más importante fue que los médicos rurales dependieran directamente del Estado, especialmente en lo que se refiere a los salarios, y no de los poderes municipales detentados por lo general por caciques. Los problemas entre ambos eran constantes.
La dramática historia del doctor Alegre
El doctor valenciano Alfredo Alegre se trasladó con su mujer y sus tres hijos a ejercer la medicina a la población de El Pobo de Dueñas (Guadalajara) siguiendo las promesas del alcalde de la población, Don Julián. Dichos compromisos municipales se incumplieron a los dos meses de su llegada. Así que el Dr. Alegre se encontró arruinado, y cada vez con más deudas, viviendo de la caridad de los vecinos y con su mujer gravemente enferma.
De ahí que el 6 de julio de 1915 se enfrentó a él exigiéndole que aligerase su situación. Don Julián sacó una navaja y don Alfredo le disparó cinco tiros en legítima defensa, rozándole con tres balas que no revistieron gravedad, como así indicó el médico de Setiles. Sin embargo, el doctor fue encarcelado.
El problema fue que el alcalde falleció a los pocos días. El informe médico de diferentes académicos forenses exculpaban al Dr. Alegre y consideraban que la causa real del fallecimiento las múltiples enfermedades que padecía: cirrosis del hígado y unos riñones y un corazón que a penas funcionaba… Las autoridades afines al difunto consiguieron mantenerlo en prisión.
Mientras esperaba el juicio falleció su mujer, y sus hijos quedaron desamparados. El tribunal actuó de forma parcial y le condenó a 14 años, 8 mese y 1 día de prisión por homicidio.
Su caso puso en pie de guerra a los profesionales sanitarios, a estudiantes, a médicos, profesores, escritores, periodistas que se sumaron a su causa durante los años siguientes, solicitándo su indulto incluso en campañas de prensa nacional, y recaudando donativos paras sus hijos.